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¿Cómo influye en el deporte la respiración oral o chuparse el dedo durante la infancia?

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Hay un área en particular donde una combinación de genética y comportamiento tiene una influencia considerable en el rendimiento deportivo, y esa es la forma en que se desarrollan la cara y los maxilares durante la infancia. Puedes echar un vistazo, por ejemplo, a la estructura facial y maxilares de exitosos y exitosas deportistas, como Usain Bolt, Mireia Belmonte, Roger Federer o Edurne Pasaban. Lo que nos llama la atención de este grupo, y que se repite en la gran mayoría de atletas de primera clase, es el crecimiento hacia adelante de la cara y el ancho de los maxilares.

El éxito deportivo depende de tener buenas vías respiratorias, que a su vez dependen de un correcto crecimiento facial. Si durante la infancia, una persona pasa mucho tiempo con la boca abierta o chupándose el dedo pulgar, la cara crecerá de manera diferente a como habría crecido de manera natural.

De hecho, Michael Phelps, el atleta olímpico más condecorado de todos los tiempos a día de hoy (28 medallas), es uno de los pocos atletas de primera categoría que no muestra un crecimiento avanzado de la mandíbula y una amplia estructura facial. Según su perfil facial, existe una elevada probabilidad de que respirara por la boca durante la infancia, posiblemente requiriendo tratamiento de ortodoncia en su adolescencia temprana.

Aunque el gesto natural de las personas es respirar por la nariz, muchos niños y niñas (especialmente aquellos y aquellas con asma, vegetaciones, congestión nasal…), respiran habitualmente por la boca. Así, quienes respiran regularmente por la boca tienden a desarrollar alteraciones negativas en la cara, el crecimiento de los maxilares y la alineación de los dientes. La respiración por la boca afecta la forma de la cara de dos maneras:

  • En primer lugar, hay una tendencia a que la cara crezca larga y estrecha.
  • En segundo lugar, el maxilar no se desarrolla completamente, lo que reduce el tamaño de las vías respiratorias.

Las fuerzas ejercidas por los labios y la lengua también influyen principalmente en el crecimiento de la cara de un niño. Los labios y las mejillas ejercen una presión interna en la cara, y la lengua proporciona una fuerza que contrarrestra. Cuando la boca está cerrada, la lengua descansa contra el techo de la boca ejerciendo ligeras fuerzas que dan forma al maxilar superior. Debido a que la lengua es ancha y en forma de U, se deduce que la forma del maxilar también debe ser ancha y en forma de U. En otras palabras, la forma del maxilar refleja la forma de la lengua. Un maxilar ancho en forma de U es óptima para alojar todos nuestros dientes.

Sin embargo, durante la respiración por la boca, es muy poco probable que la lengua descanse en el techo de la boca. Vamos a hacer la prueba:

Abre la boca y coloca la lengua en el paladar. Ahora trata de respirar por la boca. Difícil, ¿eh? Si bien consigues inspirar una pequeña cantidad de aire en los pulmones, sentirás que éste no fluye correctamente.

De ello se deduce, por lo tanto, que la lengua de alguien que respira por la boca tenderá a descansar en el suelo de la boca o suspendida a medio camino. Como el maxilar no se ha visto formado por las presiones habituales de la lengua, el resultado final es el desarrollo de un maxilar estrecho en forma de V.

Estéticamente, ésto contribuye a un estrechamiento de la estructura facial, dientes torcidos y problemas de ortodoncia. Está bien documentado que las niñas y los niños que respiran por la boca tienen caras más alargaditas.

Nuestras vías respiratorias superiores comprenden la nariz, la cavidad nasal, los senos nasales y la garganta. El alto rendimiento deportivo requiere grandes vías aéreas superiores que permitirán que el aire fluya libremente hacia y desde los pulmones. Si bien la respiración efectiva es crucial para un alto rendimiento, también es ventajoso que las vías respiratorias funcionen con poca resistencia. Por ejemplo, alguien que corre maratones que tiene respiración eficiente pero las vías respiratorias del ancho de una pajita estrecha, no va a ir demasiado lejos.

Para el correcto desarrollo de los maxilares, la cara y las vías respiratorias, es imperativo que una niña o niño respire habitualmente por la nariz. Respirar por la nariz con la lengua apoyada en el paladar ayuda a establecer las condiciones ideales para el desarrollo normal de la cara.

 

Si bien la imagen anterior es algo exagerada, estas características son identificables en miles de menores y personas adultas a quienes no se alentó correctamente a respirar por la nariz durante su infancia. Estas mismas personas a menudo sufren de mala salud, baja energía y capacidad de concentración reducida.

En menores, hay que observar su respiración nocturna, ya que  cabe la posibilidad de que no disfruten de un sueño reparador debido a la obstrucción de las vías respiratorias, y pueda llegar a afectar a su rendimiento académico o incluso a un desacertado diagnóstico de trastorno por déficit de atención y/o hiperactividad.

Sobre este mismo desarrollo, para que se produzca un correcto crecimiento craneofacial, es esencial la intervención temprana con la respiración nasal y educar la posición de la lengua. Los efectos negativos de la respiración por la boca en el crecimiento tendrán el mayor impacto cuando se producen antes de la pubertad, por lo que solo hay una breve oportunidad para evitar cambios significativos en la estructura facial del niño o la niña.

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