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Viajes de valor añadido (Nicaragua)

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Nicaragua.
Durante el verano de cuarto a quinto de carrera, allá por 2002, nos embarcamos en una aventura solidaria odontóloga con la ONG Dentistas Sin Fronteras, con el fenómeno Paco Rojas a la cabeza.
Más o menos era algo que se venía haciendo de manera habitual en la UPV año tras año y así fue como conseguimos la información para el viaje.
Fuimos dos grupos de nuestro curso, como 14-15 en julio y agosto y otros tantos en septiembre y octubre; hubo que hacer muchos preparativos que ya ni siquiera recuerdo, reuniones, vacunas, organización, información del viaje...
Bilbao-Madrid-Miami-Managua y traslado a Granada (Nicaragua).
Granada es una ciudad tremendamente bonita; en un enclave cercano al lago Nicaragua, al sur de Managua, esta ciudad presenta una arquitectura predominantemente colonial, notablemente intuyes por qué es la segunda en importancia del país.


Allí nos recibieron y acogieron la organización de Dentistas Sin Fronteras bajo la tutela del Dr. Paco Rojas y con la colaboración de Cáritas local.
Junto con los compañeros de la uni, nuestro grupo estaba formado por otros dentistas de toda España; un buen equipo donde me encontré con el par de joyas Álvaro Marin y Luis Vázquez, muy buenos amigos míos y con quien aún mantengo contacto permanente.
En esencia, lo que hacíamos allí era entre semana organizarnos en "brigadas odontológicas" y durante el fin de semana un poco de turismo.
Totalmente imposible para mí separar de esta experiencia la parte turística de la vivencia personal de la parte odontológica solidaria.
Las "brigadas de ayuda odontológica" las organizábamos en pequeños equipos de trabajo, cargábamos los compresores eléctricos y empezábamos a funcionar tirando también mucho de fórceps y botadores para sacar dientes allá en las zonas más desfavorecidas; también contábamos con dos mini-boxes en la propia ciudad y cuando la situación lo requería, nos desplazábamos a Boaco, un poco más al norte.
De esta forma fuimos tanto a poblados rurales tipo Los Cocos, que estaba a unos 40 km de Granada pero tan difícilmente accesible que se tardaban unas tres horas en camioneta/autobús; como a lugares de mayor impacto como lo puede ser la cárcel de Granada, donde pasamos bastante tiempo prestando atención odontológica a presos de todo tipo (algunos por cierto muy peligrosos y condenados incluso por varios asesinatos); pero la verdad que durante esas visitas sensación de peligro o inseguridad ninguna... o así es como lo recuerdo yo, vamos.


Turísticamente hablando me quedaría con San Juan del Sur, preciosa bahía en el Pacífico donde estuvimos un fin de semana; con las visitas a Masaya, un mercado local espectacular; los numerosos baños en la Laguna de Apoyo, un sitio precioso cerca de Granada; con esa estancia en Corn Island alojados en cabañas y de playas vírgenes; y con el fin de semana final en Montelimar, típico resort todo incluido en plan relax final para volver. 

Pero vamos, que lo que realmente da la marca a la experiencia es el hecho de poder tener la posibilidad de colaborar en otros entornos, de ampliar miras y conocer modos de vida diferentes a lo que estamos acostumbrados. La mejor forma de conocerse a uno mismo es explorando lo que está más allá de los límites que se imponen en la rutina del día a día, y en consecuencia la mejor forma también de conocer a los demás. Intensidad resumida en un viaje que espero no tardar mucho en repetir sea donde sea, posiblemente Honduras, India, Tanzania... lugares donde fueron después algunos de mis compañeros de entonces y que al saber de sus relatos mantienen vivo el espíritu colaborador que muchas veces he dejado pasar estúpidamente de largo.


Tocaba regresar y estábamos en el aeropuerto de Managua para coger el vuelo de vuelta, la clásica despedida de aquellos que nos habían ayudado con la infraestructura y la organización. De Orlando, un chaval de nuestra misma edad y amigo inseparable durante la experiencia.
Le di un abrazo y le dije: - Orlando el año que viene nos vemos,no te pongas triste
Él me respondió al oído algo que solo yo pude oírle, un susurro de despedida que se me ha quedado marcado en la cabeza y en el corazón
- Juanito, lloro porque te vas para no volver

Esta frase aseguro que es una de las que más me ha marcado de por vida, más allá de hacerme llorar durante todo el viaje de vuelta en el avión, me marcó la seguridad con la que la pronunció, de haber pasado año tras año por esa situación con gente que iba y venía, que lo vivían y jamás volvía al mismo lugar.
De momento la verdad es que no ha fallado.
Hace poco pude ver una foto suya actual y aún me acorde de esa frase, te vas para no volver. Espero poder demostrarle algún día que se equivocaba.


Un abrazo muy grande a todos los que hacen posible la ayuda humanitaria de cualquier tipo en cualquier país del mundo

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